DIÓCESIS
DE TUMACO
RECUENTO
HISTÓRICO DE LOS ÚLTIMOS ACONTECIMIENTOS DE VIOLENCIA EN LA
DIÓCESIS DE TUMACO
¡Nosotros
también
somos
Colombia:
merecemos
respeto
y
una
vida
digna!
Las
esperanzas,
los
sueños
y
los
ánimos
que
como
seres
humanos
sentimos
al
iniciar
un
nuevo
año,
en
la
Costa
Pacífica
Nariñense
están
siendo
frenados
en
seco:
El
primero
de
febrero,
pocos
minutos
antes
de
las
dos
de
la
tarde,
hora
pico
para
regresar
a
la
jornada
laboral,
en
el
corazón
de
la
ciudad
de
Tumaco,
estalló
una
bomba
en
uno
de
los
costados
de
la
estación
de
policía.
Todo
mundo,
también
los
actores
armados,
saben
que
el
lugar
es
zona
de
comercio
formal
y
sobre
todo
informal.
Ahí
está
la
vendedora
de
minutos,
la
del
chontaduro,
el
vende-helados;
están
los
conductores
esperando
el
cambio
de
semáforo,
mototaxistas
esperando
sus
pasajeros
y
pasajeros
esperando
el
trasporte
urbano.
El
lugar
es
paso
principal
para
muchas
personas,
con
un
jardín
infantil
a
pocas
casas.
Sin
embargo,
hubo
mentes
que
decidieran,
pies
que
trajeran
y
manos
que
activaran
aquella
bomba,
que
asesinó
a
9
personas
e
hirió
a
más
de
70,
que
destruyó
casas,
trabajos
y
sueños.
- El mismo día, en el municipio de Santa Bárbara Iscuandé, del Norte de la Costa Pacífica Nariñense, murió Jhon Kenner, niño de 13 años, que jugaba con una granada abandonada al lado de la cancha de fútbol. Ocho de sus compañeritos de juego quedaron heridos.
- En el otro extremo de la Diócesis de Tumaco, en el corregimiento de Altaquer, carretera Tumaco-Pasto, los habitantes del centro del pequeño poblado desde hace semanas por las noches se alejan de sus hogares para buscar refugio en casas alejadas. También en Altaquer existe un puesto de policía en medio de la población que desde septiembre del 2011 ha recibido múltiples hostigamientos por la guerrilla y cuatro ataques sostenidos. Las casas están llenas de los impactos del fuego cruzado. Los alumnos no han empezado clases, porque el colegio se encuentra demasiado expuesto a los artefactos lanzados, más todavía que en medio pasa abiertamente el tubo del oleoducto.
- El primero de enero en Bocas de Satinga, municipio de Olaya Herrera, a las 5 de la tarde, estalló una granada; perdieron la vida un civil y un agente de policía, quedando gravemente herido otro agente de policía.
- El 14 de enero, en el barrio Viento Libre, se dio una gran explosión que se oyó en todo Tumaco y donde las esquirlas hirieron la niña Angélica Ponce de 8 años de edad y su hermano Oscar y dejaron 16 casas semidestruidas.
Con
todo
lo
anterior,
el
año
2012
sigue
la
triste
tendencia
de
deterioro
social,
que
se
viene
dando
desde
hace
mucho
tiempo.
En
los
últimos
cinco
años,
Tumaco
ha
sido
de
los
municipios
más
violentos
de
Colombia,
con
una
tasa
de
homicidios
cuatro
veces
más
alta
que
el
promedio
nacional.
Pareciera
que
los
actores
armados
de
toda
índole
no
sienten
el
dolor
de
quienes
son
víctimas
de
sus
acciones,
aún
dándose
cuenta
que
son
sus
propios
familiares,
amigos
o comunidades
a
quienes
están
violentando
y
asesinando.
¿Es
eso
lo
que
queremos
para
nuestras
comunidades?
¿Es
esta
la
Colombia
que
deseamos?
¿Es
este
el
desarrollo
que
buscamos?
La
situación
crítica
se
sigue
empeorando
a
pesar
del
aumento
del
pie
de
fuerza
en
toda
la
Costa
Pacífica
Nariñense. Esto
demuestra
que
las
soluciones
de
fuerza
no
son
adecuadas,
si
no
van
acompañadas
por
planes
y
programas
socio-económicos
profundos
y
sostenidos,
concertados
con
la
población.
Porque
es
precisamente
la
falta
de
oportunidades
de
un
trabajo
digno
lo
que
hace
vulnerables
a
muchas
personas
quienes
no
ven
otras
salidas
que
la
de
huir
o
vincularse
a
uno
de
los
actores
armados
que
abundan
en
la
región.
Lastimosamente,
en
los
últimos
10
años
muchos
campesinos
han
perdido
su
medio
de
subsistencia
al
ser
desplazados
forzosamente
del
campo
a
la
ciudad,
donde
no
encuentran
trabajo.
Observamos,
cómo
empresas
de
atún,
comercializadoras
de
pescado,
camaroneras,
la
misma
palma
de
aceite,
que
entre
otras
existían
en
su
momento
en
la
zona,
han
dejado
de
funcionar
por
múltiples
razones.
Según
informe
de
la
Cámara
de
Comercio
de
Tumaco,
en
el
año
2011
cancelaron
sus
matrículas
de
funcionamiento
531
locales
comerciales.
Muchos
comerciantes
tuvieron
que
salir
de
la
región
por
extorsión,
amenazas
y
atentados,
otros
están
pensando
en
hacer
lo
mismo.
Ante
toda
esta
situación,
como
Diócesis
de
Tumaco
expresamos
nuestra
solidaridad
con
las
víctimas,
porque
sentimos
su
dolor
como
nuestro
propio
dolor.
Como
ciudadanos reiteramos a los actores armados, que la guerra tiene
límites y que el objetivo nunca justifica cualquier medio. Exigimos
que cumplan las reglas del Derecho Internacional Humanitario; que
distingan entre población combatiente y no combatiente y que no
involucren a la población civil.
Como
cristianos
recordamos,
que
Jesús
vino
a
este
mundo
“para
que
tengamos
vida
y
vida
en
abundancia.”
En
medio
de
este
ambiente
de
abandono
y
conflicto,
donde
se
ha
establecido
una
lógica
del
más
fuerte,
donde
el
poder
y
el
dinero
valen
más
que
la
persona,
en
medio
del
deterioro
familiar
y
social
que
estamos
sufriendo,
reafirmamos,
que
la
vida
es
sagrada
y
que
su
único
dueño
es
Dios.
Hacemos
eco
del
clamor
de
la
comunidad
de
la
Costa
Pacífica
Nariñense,
que
se
siente
cansada
y
necesita
soluciones
de
fondo
e
integrales,
acordadas
con
las
comunidades,
que
permitan
mirar
el
mañana
con
la
esperanza
de
poder
levantarse
y
observar
a
su
familia,
compañeros,
amigos
y
comunidad
en
general
para
decirle
que
aquí
en
nuestro
territorio
existe
un
mejor
mañana.
Dado
en Tumaco, el 2 de febrero de 2012
Mons.
GUSTAVO
GIRÓN
HIGUITA
Obispo
Diócesis de Tumaco
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